VIII Premio Internacional. Relatos de mujeres viajeras 2016 by VV. AA

VIII Premio Internacional. Relatos de mujeres viajeras 2016 by VV. AA

autor:VV. AA. [VV. AA.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ficción
editor: Ediciones Casiopea
publicado: 2016-11-15T00:00:00+00:00


LUNA ROJA

Laila Emilia Daitter

La muerte de mi padre había sido un misterio para mí. Desde niña había escuchado diferentes versiones y una cantidad de rumores. Cuando faltaban pocos días para cumplir los cincuenta años y había desistido en la búsqueda, entonces, la verdad, me atropelló, insolente y certera. Fue en septiembre, en vísperas de luna roja. Una mujer me contactó diciendo: – Quiero hablarte de tu padre. Jamás pensé que lo que me diría marcaría un antes y un después en mi vida. Cuando murió tu padre yo estuve allí – continuó diciendo la mujer de ojos azules. Comenzó a contar, con lujo detalles, lo ocurrido hace cincuenta años. Las piezas inquietas encajaban unas con otras, sin fisuras, ni ausencias, ni lagunas. Entonces, pude armar el rompecabezas y por fin develar el misterio que había marcado mi existencia.

Con la cabeza dando vueltas, sin saber por dónde empezar a rearmarme, decidí cambiar de aire por unos días. Por alguna razón que no entendía todavía, elegí como destino la tierra de mi abuela Elena. Tomé la maleta azul, la cargué con unas pocas fotos familiares, un escudo de clan, ropa de abrigo, una guía de viajes de Escocia. Llevaba en mi mente las historias de cuando ella, mi abuela Elena, era apenas una niña y le pedía a su padre que le contara los relatos de su tierra escocesa, bajo la luna, como ritual nocturno. Él, la despedía con un beso en los párpados. A la mañana siguiente, ella le devolvía el cariño con un ramito de oleo fraga en sus pequeñas manos. Esos fueron los últimos momentos que ella recordaría de su padre. Archibald Sinclair, su padre, fue asesinado y nunca se esclareció el crimen. Sí, ahí recién entendí lo que me unía a mi abuela. Ambas habíamos perdido a nuestro padre de la misma manera. Ambos crímenes tapados con un manto de misterio, de impunidad y de injusticia. Elena, eligió la libertad. Se transformó en alguien que recorría caminos en su voiture Ford, solitaria, compasiva, reflexiva pero, sobre todo, feliz.

Mientras recorría las calles decoradas con la bruma gris del Támesis no dejé de tararear Para Elisa, la tonada que mi abuela tocaba en el piano. En Westminster Bridge, muy cerca del Big Ben, me detuve a observar el esplendor de la ciudad y respiré profundamente, como empezando a comprender.

De noche, las calles parecían mágicas. La gente salía de los teatros, envueltos en risas y tragos. Salí del Her Majesty Theatre de ver El fantasma de la ópera. Caminé un rato disfrutando del aroma alegre de las veredas londinenses mientras parecía sentir un fantasma, a mi lado, bajo la luna de Londres.

A la mañana siguiente, tomé el tren a Edimburgo. En aquellos días la brisa fresca se entremezclaba con el sol tibio de la tarde. El verde brillaba más que nunca en los jardines del Princes Street. A unos pocos kilómetros de allí se levanta la capilla Rosslyn, con su



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